Negacionismo: causa y consecuencia de los crímenes de Estado

Mario Nalpatian. Vicepresidente de la Internacional Socialista

(CLARÍN) El negacionismo es un fenómeno que ocupa fundamentalmente a los estudiosos de genocidios y crímenes de lesa humanidad, porque que se lo considera la última y más perversa de las etapas del crimen, dado que atraviesa en igual forma a la víctima y a su descendencia, persistiendo en el tiempo hasta el fin de la impunidad.

Ha sido y es objeto de relevantes análisis académicos que pueden sintetizarse en dos manifestaciones básicas que no se excluyen: una, la negación absoluta y otra –más sofisticada– que se expresa en la racionalización, relativización y banalización de los hechos ( Yair Auron y Richard Hovhannisian).

Los inaceptables dichos del titular de la Aduana Gómez Centurión relativizando las cifras de los desaparecidos y negando la existencia de un plan sistemático de aniquilamientoy las responsabilidades de quienes usaron el Estado para ejecutarlo, se han producido durante la visita al país, del canciller de Turquía, Estado que planifico y ejecuto el Genocidio Armenio, e incorporo el negacionismo como política de estado, utilizándolo para presionar y condicionar a sus interlocutores, pasando de la seducción a la amenaza según la permeabilidad de estos.

Afortunadamente nuestro país desde 1983 en adelante adoptó como política de estado la defensa de los DD.HH. y el reconocimiento internacional del Genocidio contra el pueblo armenio. En Turquía negacionismo y autoritarismo se complementan. Una rápida mirada sobre la situación interna de ese país muestra la profundización de los rasgos más totalitarios de su gobierno, al suprimir libertades civiles, encarcelar periodistas, reprimir y conculcar los derechos de la minoría kurda.

En el plano externo la probada responsabilidad de Turquía en la creación del ISIS, como así también el financiamiento y suministro de armamento a los grupos más radicales del conflicto sirio, merecieron en octubre de 2014 la condena del principal aliado de Turquía por intermedio del entonces vice presidente norteamericano Joe Biden.

Asimismo el uso oportunista y amoral de la crisis de los refugiados en Europa, proporciona al Estado turco miles de millones de euros; a ello se suma, -impulsada por el presidente Erdogan– una crisis interna y la pérdida de valores democráticos que han hecho que el Parlamento Europeo suspenda el proceso de adhesión de Turquía a la Unión en noviembre del año pasado.

La deriva de racismo, intolerancia y xenofobia que atraviesan el mundo en la actualidad, potencian y disparan a todos aquellos que con sus palabras y acciones ponen en tela de juicio las verdades históricas y derechos de los más vulnerables, alentando el autoritarismo. Por eso es ineludible que los gobernantes tomen medidas para detener a quienes utilizan el negacionismo como una forma de hacer política. De lo contrario habremos instalado nuevamente al huevo de la serpiente entre nosotros.